“Hans no se movió. Estaba sentado derecho en su pupitre, con la cabeza un poco inclinada y los ojos medio cerrados. La llamada le había semidespertado de una ensoñación, pero la voz del profesor le llegaba como a través de una gran distancia. También se daba cuenta de que su compañero le daba codazos violentos. No le importaba nada. Estaba rodeado de otros seres; le tocaban otras manos y le hablaban otras voces, sin pronunciar palabras, sino susurrando profunda y dulcemente como melodías de un manantial. Le contemplaban muchos ojos, extraños, grandes, brillantes, llenos de presagios. Quizá los ojos de la multitud romana, sobre la que acababa de leer algo en Livio, o los ojos de seres desconocidos con los que había soñado o a los que había visto alguna vez en un cuadro.”
Bajo las ruedas, Hermann Hesse












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Espejo de palabras





Hace unos años “descubrí” que la lectura de poesía era algo que atravesaba el tiempo de mi vida
sin interrupciones.

Esto es, que aún cuando no podía leer otra clase de textos, el hecho de leer poesía se mantenía aferrado a mí salvándome a veces, de mis propias palabras.
Un abismo de maravilla
Siempre presente
Un orden
Una síntesis y una repetición que en los gestos me devolvía a las mismas palabras
una y otra vez, sin interrupciones.
La repetición me aseguraba un lugar de encuentro siempre renovado, el mismo y
nuevo a la vez. Algo que se liga al devenir/correr/transcurrir del tiempo de mi vida.
Ahora que escribo, puedo recordar líneas de poemas ligados a especiales momentos, ellos van armando un hilo delicado de seda , que me lleva a lo ausente, al amor, a la
pérdida, a la pasión, a la felicidad y al paso del tiempo.
Pasado en claro es un libro de Octavio Paz y sus poemas están en la base de las pinturas que trabajo en la actualidad. Antes estuvieron las palabras de Marosa Di Giorgio, de T. S Elliot, de Fabio Morábito, de Gloria Gervitz, entre
otros, y muy “lejos y hace tiempo” los poemas de Lorca que me leía mi madre.
Más acá y más allá, siempre han estado las palabras..las palabras de otros que como espejo me reflejan al leerlas, escucharlas o escribirlas con mi propia letra en cuadernos
y libretas.
Parecieran ser más mías, cuando las dibujo con mi letra recuperando en el
manuscrito un rasgo de lo humano que se pierde.
Ya no hay nuevas cartas para releer una y otra vez, ni tampoco pequeños mensajes
dejados sobre la mesa.
¿Qué me queda de aquello perdido?
La escritura ,las relaciones y diferencias con la imagen me atraviesa como preocupación desde hace muchos años. La unión de las cosas es también su separación fue el título de un trabajo en el que intentaba pensar la relación entre la palabra y la imagen cuando
ilustraba un libro de poemas.

La palabra y la imagen confundiéndose pareciendo ser lo mismo y no.

¿Qué del poema que leo anida en la letra que al copiarla escribo?

Esa huella, mi letra manuscrita puede conservar el estatuto de letra aún estando rota
y fragmentada?
Y aún más…¿puede conservar algo de aquello que leí,? ¿Del sentido que le di a lo leído?

Procedimiento de los trabajos
Al explicar en el Seminario el procedimiento para construir algunas pinturas, surgió
la secuencia que sigue:
-Escribir con mi letra un poema que me gusta y leo reiteradamente
-fotocopiarlo
-ampliarlo sucesivas veces o escanearlo hasta “reventar” la letra.
- muchas ampliaciones para reventar la letra y que no se distinga que es texto o letra.
Para ahondar en esta última idea rompo y corto el texto en
partes/pedazos/fragmentos
-armo con esos pedazos (tipo collage) otra cosa, corto y pego.
Someto este collage a igual procedimiento que antes, ya que amplio una y otra vez al
tamaño del lienzo en el que luego quiero pintar.

Intento romper el orden de la escritura, vertical/horizontal/de derecha a izquierda
…al revés.
No siempre lo consigo. Encuentro siempre un orden aunque no lo persiga en forma conciente, el azar tiene un orden, el azar tendrá siempre mi orden, el que yo le imprimo
sin saber.
Luego calo la ampliación y paso a la tela el dibujo y pinto con sucesivas capas de pinturas, unas sobre otras, esa secuencia me da la misma repetición que cuando leo un poema una
y otra vez, una voz encima de la otra.
Aquello que luego encuentro sobre la tela, a pesar de numerosas rupturas, y procedimientos
es “escritura”.
Un otro que mira, adivina un perfil, un nombre, una pareja abrazada, un hombre con una
bufanda, cree leer cuerpos allí donde hubo letra.
¿Sobrevivirá el gesto de “lo humano” en los pedazos y fragmentos que se esparcen en la tela?
Utilizo colores saturados y fondos planos como el negro y el blanco de un texto, el rojo de un subrayado.
Estos procedimientos manuales o mecánicos que de algún modo me impongo como camino( porque se me da la gana hacerlo así) revelan procedimientos digitales, aunque sean manuales. Y en este tema descubro algo que es una obviedad, pero yo lo atesoro como hallazgo para mí, a lo largo del seminario. Todo lo digital fue manual en algún momento de su concepción y de su origen.

Otra cosa es el otro -
Otra cosa es el cuerpo
¿Es el cuerpo otra cosa?

Ese cuerpo que aparece adivinado por otros que leen las pinturas reaparece en el trabajo
Vuelvo al cuerpo
A una imagen del cuerpo
A un dibujo que lo representa
A una representación de la representación

Un antiguo grabado en un libro de medicina que dibuja/representa
Un órgano

Un hueso..
Me he preguntado muchas veces porque “debe” ser antigua la imagen desde la cual comienzo a trabajar… como si fuera una imposición..

Aquello mismo que luego me dispongo a romper
No lo sé.
Grabados antiguos
que como rastros.
Aleteos de aves
Fugaces,
Insectos que desaparecen
cuando apagamos la luz
( en una casa de campo
bichos de luz que perseguimos maravillados
otros niños y yo
en un campo de malezas
que nos tapan
los cuerpos.
Adivinamos
a los otros.
Perseguimos los bichos de luz.
Somos ellos saltando en la oscuridad).

Vuelvo a una imagen del cuerpo que parece siempre inasible y desconocida. Intento aprender en libros de medicina la ubicación de los órganos y siempre me pierdo, el mapa que forma el dibujo no me guía hacia mi propio cuerpo,
es otra cosa.
No sé..no aprendo, no lo aprendo
Busco más dibujos y grabados que me digan y hablen de los órganos, de los huesos, del cuerpo.
Los dibujo y los pinto, una y otra vez
Para apresar el cuerpo
Conocer es apresar
Escribir es apresar
/dejar presa la emoción

Imprimo a la imagen de un órgano
Un pulmón
que me permite/a respirar…
los mismos procedimientos
que seguí para trabajar con el texto de un poema manuscrito
como si el dibujo del cuerpo
fuera letra
como si el cuerpo fuera letra
y pudiera nombrarlo.
Esta vez doblo el papel una y otra vez en pliegues diagonales, y vuelvo a unir los pedazos y fragmentos que quedan entre las diagonales,
de “otra manera”
Y pinto lo que resulta de todo esto.
El cuerpo dibujado es letra.

¿He llegado al mismo sitio?
¿Es otro lugar?


Cambio de soporte/Soportar el cambio

Hace 4 años trabajé con una compositora de música electrónica Kerry Hagan de California. En base a mis dibujos ella fue buscando homólogos de sonidos o sonidos que aludieran a los objetos o seres que yo dibujaba
-el frotar de las alas de un insecto
-el ruido de unas olas al quebrar sobre unas rocas
-murmullo de conversaciones inteligibles allí donde yo había escrito un poema dentro del dibujo.

Los procedimientos del trabajo fueron sencillos, para nada sofisticados ni que requirieran de mucha tecnología. Sin embargo el resultado para mi fue sorprendente. Aquello fijo y plano de mis dibujos pareció cobrar movimiento no solamente por la sucesión de las imágenes digitalizadas, la combinación con los sonidos sino por el cambio de soporte, la unión o interacción de todos esos elementos en un medio digital.
¿Qué sucede cuando una imagen cambia de soporte, en qué medida soporta el cambio?
Del papel a la tela
Del papel a la imagen digitalizada
Del objeto a la imagen
De la pared a la circulación de la imagen
Circulación de la imagen/democratización de la imagen
¿Qué se aprehende de aquello que no se conoce?
¿Qué de aquello que aparece sin cuerpo para soportar la emoción?

Momento actual

Casi sin darme cuenta, imperceptiblemente en los últimos tramos del seminario, y en un corte de tiempo que comienza casi medio mes atrás, comencé a recolectar papeles que me van dando a lo largo de este tiempo.
No son los papeles que podemos ir encontrando y nos llaman la atención por algo y guardamos sino aquellos papeles “que me dan” a lo largo de los días y que yo recibo.
Esos papeles son un “plus”, un excedente, un resto de otra cosa, aquello que uno tira y descarta, un boleto, una factura, el envoltorio de un caramelo, el sobre de una sopa, la etiqueta de una prenda, la tarjeta de invitación a una muestra.

Si son papeles que descarto y tiro…si no los tiro, qué puedo llegar a descubrir?
Se puede leer en ellos, en su materialidad,
un camino, un trayecto, un recorrido?
De quién? De qué?
De qué me habla el resto?
Con ellos necesito hacer algo material no me es suficiente con la recolección como me indica sabiamente Rosana una compañera del seminario e insiste que es suficiente. No, yo quiero utilizar ese resto, convertirlo de la nada en otra cosa…

Establecer el orden en que me fueron dados?
Un orden que yo le imprima a la recolección en base a los colores?
Dice este resto algo de mí como sujeto autor de esa recolección azarosa y anónima?

Y a la vez y volviendo al escrito primero y al trabajo que me tiene capturada en los últimos tiempos
Vuelvo a encontrar en esta recolección
Letras y números que combinados uno al lado del otro..me darán un texto
Que no necesito descifrar
Pero que está siempre presente.

(cuando termine el tiempo de recolección..-como Perséfone- pienso escanear y colocar un papel al lado del otro y ver… )
¿De qué me hablará el texto?

Qué bueno..no sé hacia dónde voy con todo esto..
Pero..puede uno olvidar aquello que aprendió o creyó aprender?
¿Existe ese clase de olvido? ¿Alguna clase de olvido?
A dónde vamos cuando nos olvidamos?









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